Introducción (Bioquímica) (Niacina (Vitamina B3))
La niacina, un término colectivo que abarca la forma ácida (ácido nicotínico), la forma amida (nicotinamida o niacinamida) y el nucleósido (nicotinamida ribosida), representa un precursor dietético fundamental para la síntesis de las coenzimas esenciales nicotinamida adenina dinucleótido (NAD⁺) y nicotinamida adenina dinucleótido fosfato (NADP⁺).1 Estas coenzimas participan en una vasta red de reacciones celulares, actuando como cofactoras para cientos de enzimas que catalizan procesos vitales como las reacciones redox, el metabolismo energético a través de la glucólisis y la fosforilación oxidativa, la reparación del ADN, la señalización celular y la biosíntesis de macromoléculas.1 Específicamente, NAD⁺ desempeña un papel predominante en las reacciones catabólicas que liberan energía a partir de la degradación de carbohidratos, grasas, proteínas y alcohol, mientras que NADP⁺ se involucra principalmente en las reacciones anabólicas, como la síntesis de ácidos grasos, esteroides y los componentes básicos de otras moléculas complejas. Además, NADP⁺ es indispensable para la regeneración de elementos clave en los sistemas de desintoxicación y antioxidantes celulares.4 La importancia de mantener niveles adecuados de NAD⁺ radica también en su implicación en la neuroprotección, con evidencia que sugiere su capacidad para ralentizar la degeneración axonal.1 Estas coenzimas también ejercen efectos significativos a través de enzimas como las poli(ADP-ribosa) polimerasas (PARPs) y las sirtuinas, que regulan procesos fundamentales como la apoptosis, la reparación del ADN, la resistencia al estrés, el metabolismo y la señalización endocrina.1 La función mitocondrial, particularly en neuronas donde las reservas de NAD⁺ son relativamente grandes, depende en gran medida de la disponibilidad de esta coenzima.1
Las dos formas principales de niacina que se encuentran comúnmente en los alimentos y suplementos son el ácido nicotínico (también conocido como niacina) y la nicotinamida (también conocida como niacinamida).1 Otras formas incluyen la nicotinamida ribosida (NR) y el hexanicotinato de inositol (IHN).1 Si bien tanto el ácido nicotínico como la nicotinamida pueden prevenir la deficiencia de niacina, presentan perfiles farmacológicos distintos, especialmente en lo que respecta a sus efectos sobre los perfiles lipídicos y la ocurrencia de efectos secundarios como el enrojecimiento cutáneo.19 La nicotinamida, una amida del ácido nicotínico 9, no comparte los mismos efectos modificadores de lípidos que su precursor ácido.
Históricamente, el ácido nicotínico se ha utilizado en dosis farmacológicas para mejorar los perfiles lipídicos, aumentando el colesterol HDL y disminuyendo el colesterol LDL y los triglicéridos.1 Sin embargo, su eficacia en la reducción de eventos cardiovasculares sigue siendo objeto de debate, y estudios recientes incluso sugieren un posible vínculo entre los altos niveles de metabolitos de la niacina y un mayor riesgo cardiovascular.3 La suplementación con niacina, en particular con nicotinamida, es fundamental para el tratamiento y la prevención de la pelagra, la enfermedad por deficiencia de niacina.4 Investigaciones emergentes exploran el uso de precursores de NAD⁺, como la nicotinamida ribosida, para aumentar los niveles de NAD⁺, lo que podría tener implicaciones en el envejecimiento saludable, las enfermedades metabólicas y las afecciones neurodegenerativas.1 La nicotinamida también ha demostrado ser prometedora en aplicaciones dermatológicas, incluido el tratamiento del acné y la prevención del cáncer de piel.4 Otras áreas de investigación incluyen el manejo de la hiperfosfatemia en la enfermedad renal crónica, el apoyo a la función renal y la mejora de los síntomas de la osteoartritis.3 Aunque el papel tradicional de la niacina se centró en la corrección de la deficiencia y el manejo de la dislipidemia, el interés se está expandiendo hacia su potencial en el aumento de los niveles de NAD⁺ y en aplicaciones más amplias en el contexto del envejecimiento y las enfermedades crónicas. Sin embargo, la evidencia sobre los beneficios cardiovasculares de la niacina a pesar de la mejora de los perfiles lipídicos subraya la complejidad de sus efectos y la necesidad de una evaluación cuidadosa de los riesgos y beneficios, especialmente a la luz de hallazgos recientes que vinculan los metabolitos de la niacina con un mayor riesgo cardiovascular.