Introducción al Potasio: Un Electrolito Vital
(Potasio (K⁺))

El potasio (K⁺) es un mineral esencial y un electrolito fundamental para el funcionamiento adecuado de prácticamente todas las células y sistemas orgánicos del cuerpo humano. Su distribución es predominantemente intracelular, con aproximadamente el 98% del potasio total del organismo localizado dentro de las células. De esta fracción intracelular, cerca del 80% se encuentra en las células musculares, mientras que el 20% restante se distribuye en huesos, hígado y glóbulos rojos.[1] Esta concentración intracelular elevada, mantenida activamente por sistemas de transporte iónico como la bomba Na⁺/K⁺-ATPasa, es crucial para establecer y preservar el potencial de membrana en reposo, un estado eléctrico fundamental para la excitabilidad celular.[1]

1.1. Funciones Fisiológicas Esenciales

La carga positiva del potasio le permite conducir electricidad, una propiedad vital para una variedad de procesos biológicos. Entre sus funciones fisiológicas más críticas se incluyen:

  • Regulación del Equilibrio Ácido-Base: El potasio desempeña un papel en el mantenimiento del equilibrio ácido-base (pH) normal del cuerpo, actuando como un importante sistema amortiguador. Los cambios en el estado ácido-base pueden influir en la distribución del potasio entre los compartimentos intracelular y extracelular.[1]
  • Mantenimiento del Potencial de Membrana Celular: La alta concentración intracelular de potasio es indispensable para establecer y mantener el potencial de membrana en reposo. Este gradiente electroquímico es fundamental para la excitabilidad de los tejidos, permitiendo la generación y propagación de impulsos eléctricos.[1]
  • Transmisión Nerviosa: Los impulsos nerviosos, que transmiten mensajes entre el cerebro y el resto del cuerpo, se generan mediante el movimiento coordinado de iones de sodio hacia el interior de las células y de iones de potasio hacia el exterior. Este movimiento iónico altera el voltaje de la célula, activando el impulso nervioso. Una cantidad adecuada de potasio es esencial para una función nerviosa saludable.[1]
  • Contracción Muscular: El sistema nervioso regula las contracciones musculares, y el potasio está directamente implicado en este proceso. Las alteraciones en los niveles de potasio en sangre pueden afectar las señales nerviosas, lo que a su vez debilita las contracciones musculares. Esto es aplicable a los músculos esqueléticos, lisos y cardíacos.[1]
  • Presión Arterial: El potasio ayuda a regular la presión arterial al contrarrestar los efectos del sodio. Una dieta rica en potasio puede reducir la presión arterial al promover la relajación de las paredes de los vasos sanguíneos y ayudar al cuerpo a excretar el exceso de sodio y líquidos.[1]

1.2. Rol Clave en la Homeostasis del Sistema Cardiovascular, Neuromuscular y Renal

La homeostasis del potasio se regula meticulosamente para mantener el contenido total de potasio corporal y sus niveles plasmáticos dentro de límites estrechos, a pesar de las amplias variaciones en la ingesta dietética. Este proceso implica una regulación externa (excreción renal) y una regulación interna (distribución transcelular).[14]

  • Sistema Cardiovascular: El potasio es vital para mantener un ritmo cardíaco adecuado y una función muscular cardíaca óptima, siendo esencial para los impulsos eléctricos que regulan los latidos. Tanto los niveles bajos (hipopotasemia) como los altos (hiperpotasemia) de potasio en sangre pueden afectar las señales nerviosas y las contracciones cardíacas, lo que puede conducir a arritmias y, en casos graves, a un paro cardíaco.[1] Una ingesta adecuada de potasio es crucial para prevenir arritmias y reducir el riesgo de hipertensión, enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.[8]
  • Sistema Neuromuscular: El papel del potasio en el mantenimiento del potencial de membrana en reposo y la generación de potenciales de acción es crítico para la excitabilidad de los tejidos neuromusculares. Los desequilibrios pueden provocar debilidad muscular, calambres, fatiga, parestesias e incluso parálisis.[1]
  • Sistema Renal: Los riñones son los principales reguladores del equilibrio del potasio, excretando aproximadamente el 90% del potasio ingerido.[4] La función renal impacta directamente los niveles de potasio; una función renal deteriorada es un factor de riesgo importante para la hiperpotasemia.[3] La aldosterona, una hormona, influye significativamente en la excreción renal de potasio.[4]

1.3. Diferencias entre Potasio Dietético y Suplementación Oral

El potasio puede obtenerse de fuentes dietéticas (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, lácteos, carnes) o de suplementos orales.

  • Potasio Dietético: La mayoría de los individuos sanos pueden satisfacer sus necesidades de potasio a través de una dieta equilibrada.[2] Alimentos ricos en potasio incluyen albaricoques secos, patatas, verduras de hoja verde, lentejas, ciruelas pasas y plátanos.[2] El potasio dietético es generalmente preferible, ya que no se ha demostrado que cause daño en individuos sanos con función renal normal, dado que el exceso se elimina por la orina.[34]
  • Suplementación Oral: Los suplementos suelen recomendarse solo cuando la ingesta dietética es insuficiente o cuando hay una pérdida excesiva debido a enfermedades o medicamentos.[32] Si bien el potasio de los alimentos y bebidas no ha demostrado causar daño en personas sanas, dosis muy altas de suplementos pueden ser peligrosas, pudiendo provocar problemas gastrointestinales o incluso arritmias fatales.[1] La FDA limita los suplementos de potasio de venta libre a 99 mg por dosis debido a estos riesgos.[1]

La distinción entre el potasio dietético y el suplementario es crucial. La comprensión de esta diferencia radica en la velocidad y la forma de la entrega del mineral al organismo. Las fuentes alimentarias proporcionan potasio en una matriz compleja que ralentiza su absorción, permitiendo que los riñones tengan tiempo suficiente para adaptarse y excretar cualquier exceso de manera segura.[5] En contraste, los suplementos, especialmente en formas concentradas, pueden provocar un aumento rápido y abrupto de los niveles de potasio en sangre, lo que puede sobrecargar la capacidad reguladora inmediata del cuerpo y causar irritación gastrointestinal localizada o, en casos extremos, arritmias cardíacas potencialmente mortales.[1] Esta diferencia fundamental subraya por qué la estrategia de "alimentos primero" es siempre la recomendación inicial para la ingesta de potasio y por qué la suplementación debe ser abordada con precaución y bajo supervisión médica.